Los suelos como fuente de boro para las plantas

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 


Revista Científica UDO Agrícola Volumen 5. Número 1. Año 2005. Páginas: 10-26

 

Los suelos como fuente de boro para las plantas

 

Soils as boron source for plants

 

Auristela Malavé Acuña

 

Postgrado en Agricultura Tropical, Campus Juanico, Universidad de Oriente-Núcleo de Monagas, Maturín-estado Monagas, 6201.  E-mail: amalave@monagas.udo.edu.ve

 

RESUMEN

 

El boro (B) es un micronutrimento esencial requerido por las plantas para su normal desarrollo y crecimiento.  Sin embargo, a través de la historia de investigación de este elemento, ha sido establecido que los rangos de concentración en la solución del suelo que causan síntomas de deficiencia o toxicidad en las plantas son más pequeños que para cualquier otro elemento; esto, aunado a la situación de que dichos rangos varían de acuerdo con la especie; es decir, un intervalo de concentraciones de B puede ser normal para un determinado tipo de plantas mientras que para otras puede resultar tóxico o deficiente,  ha tenido una profunda influencia para un mejor conocimiento del comportamiento del B en los suelos.  Los factores del suelo que afectan la disponibilidad de B para las plantas son pH, textura, humedad, contenido y calidad de materia orgánica y tipo y contenido de arcillas. Generalmente la concentración de B de la solución del suelo está controlada por reacciones con superficies adsorbentes que incluyen óxidos de aluminio y hierro, hidróxido de magnesio, minerales de arcilla, carbonato de calcio y materia orgánica. Estas reacciones de retención de B pueden ser descritas usando modelos empíricos (la ecuación de isoterma de adsorción de Langmuir, la ecuación de isoterma de adsorción de Freundlich y el modelo fenomenológico de Keren) o modelos químicos (el modelo de capacitancia constante, el modelo de triple capa y el modelo de cuádruple capa) que pueden usar condiciones cambiantes de la solución en cuanto a pH y concentración de B. Estos modelos también pueden ser usados para describir reacciones de liberación de B para suelos aún fértiles. Un número de técnicas analíticas han sido utilizadas para determinar concentraciones de B en diferentes tipos de materiales siendo los métodos espectrofotométricos, que utilizan azometina-H, los más extensivamente aplicados en los análisis de muestras de suelos. El propósito del presente artículo es examinar todos los avances que han contribuido a entender el comportamiento fundamental del B en los suelos y el impacto directo sobre su manejo en sistemas agrícolas para la producción sostenible.

 

Palabras clave: Análisis de boro, suelo, toxicidad, deficiencia.

 

ABSTRACT

 

Boron (B) is one essential micronutrient required by plants for their normal development and growth. However, throughout the history of this element research, it has been established that concentration ranges in the soil solution causing either deficiency or toxicity symptoms in plants are smaller than for any other element; in addition to this situation, those ranges change according to the plant specie; that is, a concentration interval of B can be normal for an specific type of plant, while for others can be either toxic or deficient, which has had a profound influence for a better knowledge of B behavior in soils.  Soil factors affecting availability of B to plants are pH, texture, moisture, temperature, content and quality of organic matter, and content and kind of clay. The B concentration of soil solution is generally controlled by reactions with B adsorbing surfaces involving aluminium and iron oxides, magnesium hydroxide, clay minerals, calcium carbonate, and organic matter.  These B adsorption reactions can be described using either empirical models (the Langmuir adsorption isotherm equation, the Freundlich adsorption isotherm equation, and the phenomenological Keren model) or chemical models (the constant capacitance model, the triple layer model, and the quadruple layer model) that can use changing conditions of solution pH and B concentration. These models can also be used to describe B desorption reactions for non-hysteretic soils. A number of analytical techniques have been used for determining B concentrations in different kind of materials being the spectrophotometric methods, that use azomethine-H, the most extensively applied to analysis of soil samples. The purpose of this article is to examine all advances that have contributed to understand the fundamental behavior of B in soils and the direct impact on its management in agricultural systems for the sustainable production.

 

Key words: Boron analysis, soil, toxicity, deficiency.

 


INTRODUCCIÓN

 

            Desde 1857 (Ploquin, 1967) se sabe de la presencia del B en las plantas. Sin embargo, no fue sino hasta que Warington (1923) y Somer y Lipman (1926) mostraron que el B es un nutrimento esencial para las mismas.  En base a lo anterior, se sugiere la posibilidad de que este elemento tenga un rol similar en otros organismos por lo que durante las dos últimas décadas muchos intentos han sido enfocados para su demostración.  Desde entonces, una gran cantidad de evidencia circunstancial ha sido acumulada, la cual sugiere fuertemente que el B probablemente es un micronutrimento esencial para animales superiores y humanos (Nielsen, 1991, 1992, 1994, 2000; Mertz, 1993; Hung, 1994, 2003; Fort, 2002; Fort et al, 1999, 2000, 2002; Sutherland et al, 1999; Sheng et al, 2001; Dzondo-Gadet et al, 2002;  Rico et al, 2002;  Devirian y Volpe, 2003; Barranco y Eckert, 2004; Park et al, 2004; Ralston y Hung, 2004).  Para el hombre la principal fuente de consumo de B está constituida por aquellos alimentos de origen vegetal (Gupta y Gupta, 2005) con una dosis de consumo del elemento sugerida en un rango de seguridad aceptable para adultos entre 1–13 mg/día (WHO/FAO/IAEA, 1996), sin obviar que su consumo en exceso puede resultar tóxico (EPA, 2004; Malina, 2004).

 

            A pesar de que las especies bioquímicas involucradas en la esencialidad del B en las plantas no han sido definitivamente probadas, aunque muchas si han sido hipotetizadas, aún se desconoce con certeza cual es el rol bioquímico específico de este elemento en el reino vegetal, donde se ha sugerido su participación en los procesos de mantenimiento de la estructura de la pared celular, mantenimiento de la función de la membrana y de soporte en actividades metabólicas como funciones del crecimiento y desarrollo de las plantas, y más recientemente se ha indicado que la base de su esencialidad radica en la estabilización de moléculas con grupos diol-cis volviéndolos efectivos indistintamente de su función en las plantas (Bolaños et al, 2004).  La carencia de este micronutrimento en las plantas causa problemas tales como la muerte del centro de crecimiento, el desarrollo lento de las raíces y otros síntomas dependiendo de la severidad de la deficiencia (Cakmak y Römheld, 1997; Camacho-Cristóbal et al, 2002, 2005; Golbach et al, 2001; Molassiotis et al, 2005; Rashid et al, 1994; Zhao y Oosterhuis, 2002; Warncke, 2005; Yu y Bell, 2002); mientras que su exceso es tóxico (Aucejo et al, 1997; Nable et al, 1997, Wong et al, 1998; Lægreid et al, 1999; Ruiz et al, 2003; Apostol, et al, 2004; Papadakis et al, 2004a; 2004b; Reid, et al, 2004;   Ghanati et al, 2005).

 

            Los suelos constituyen la fuente de B para las plantas de donde es consumido a través de las raíces. Estos pueden ser divididos en dos tipos: aquellos con bajo contenido (<10 mg g-1) o alto contenido (10-100 mg g-1) siendo los primeros los que componen a la mayoría; mientras que los últimos son aquellos próximos a sitios con actividad volcánica y geológica, donde el B consumido por las plantas generalmente está controlado por sus niveles en la solución de estos suelos más que por su contenido total, representando usualmente alrededor del 10% disponible para las plantas (Power y Woods, 1997).  Puesto que la década actual ha sido un período de significativo progreso en cuanto a la investigación de B, el presente artículo tiene como finalidad revisar los diferentes avances relacionados con el comportamiento fundamental de este elemento en los suelos para el control de sus niveles de consumo en las plantas y al impacto directo que ha tenido su manejo en los sistemas agrícolas.

 

Generalidades del boro

 

            La palabra boro es derivada del árabe “buraq” que significa bórax su principal mineral.  De acuerdo con la reciente modificación de la Tabla Periódica (McGraw-Hill, 2004), actualmente el B está ubicado en el grupo 13 seguido por el Al, Ga, In y Tl; donde estos últimos son metales siendo el B la excepción por estar ubicado en la línea divisoria de los metales-nometales lo cual lo hace un metaloide con número atómico 5, peso atómico 10,81 uma y estado de oxidación +3.  Entre sus isótopos se encuentran 10B y 11B distribuidos naturalmente como 19,78% y 80,22% respectivamente (Rodgers, 1995; Power y Word, 1997; WHO, 1998).  Este elemento es un mal conductor de la electricidad a temperatura ambiente no siendo así a temperaturas elevadas donde es un buen conductor, además es altamente refractario por lo cual es difícil de preparar en un estado de alta pureza debido a su elevado punto de fusión (2300ºC). El B elemental tiene diferentes aplicaciones y usos ya que el mismo es utilizado en la fabricación de sus compuestos, vidrios pyrex y otros cristales resistentes al calor, lana de vidrio, fibra de vidrio, detergentes, jabones, quitamanchas, esmalte de porcelanas, herbicidas sintéticos y fertilizantes, escudos en reactores nucleares, metalurgia, control de corrosión, equipos aeroespaciales, etc (Ladrón, 1995); adicionalmente, es usado en antibióticos (Lakatos et al, 2002) y en terapias de inhibición de células cancerosas (Takagaki et al, 2001;  Thellier et al, 2001;  Tjarks et al, 2001;  Weissfloch et al, 2001; Barranco y Eckhert, 2004).

 

            La química del B, con la posible excepción del carbono, es de las más interesantes y diversas  la cual surge de la tan llamada deficiencia de electrones de muchos de sus compuestos.  Esto es debido al hecho de que el B posee sólo tres electrones de valencia por lo que cuando forma enlaces de tres pares de electrones deja un orbital p vacío en la capa de valencia (Power, 1997).  Este elemento no se encuentra libre en la naturaleza existiendo exclusivamente enlazado a oxígeno mayormente como boratos, menos frecuente como ácido bórico y raramente enlazado a fluor formando el ion BF4-.  Las principales fuentes de B están constituidas por depósitos de diferentes minerales tales como Bórax (Tincal) {Na2[B4O5(OH)4].8H2O}, ulexita {NaCa[B5O6(OH)6].5H2O}, colemita {Ca[B3O4(OH)3].2H2O} y kernita {Na2[B4O5(OH)4].2H2O} donde los centros de B en los anillos pueden tener número de coordinación tres, cuatro o combinación de ambos (Power y Words, 1997).  La formación de estos anillos puede ser más fácilmente entendida en términos de la disociación del ácido bórico [B(OH)3 o H3BO3] en agua:

 

B(OH)3 + H2O D B(OH)4- + H+

 

            En este caso el ácido bórico es un ácido débil (Ka = 5,9 x 10-10), utilizando más bien la definición de Lewis que la de Brfnsted-Lowry,  que acepta un par de electrones del ion OH- proveniente del agua con lo que el B pasa de hibridación sp2 a sp3 en el producto final:

 

Cuadro de texto:

           

 

 

 

 

 

 

           

 

            Una vez establecido el equilibrio anterior, a bajas concentraciones (£0,02 mol L-1) sólo estarán presentes las especies mononucleares B(OH)3 y B(OH)4-, las cuales se espera estén presentes en los fluidos de las plantas.  El ácido bórico reacciona con los alcoholes de acuerdo con la reacción:  B(OH)3 + 3ROH D B(OR)3 + 3H2O; la cual es un equilibrio desplazado hacia la izquierda que puede ser completada por remoción del agua de acuerdo con el principio de Le Chatelier y viene a constituir la base para la formación de complejos mediante reacción del ácido bórico con polialcoholes, tal como azúcares, generando ésteres de boratos cíclicos estables con las siguientes estructuras:

 

 

Cuadro de texto:

           

 

 

 

 

 

            Recientemente se ha sugerido que la capacidad que tiene el B para formar estos tipos de complejos constituye la principal razón de su esencialidad en las plantas, la cual radica en la estabilización de moléculas con grupos cis-diol por previa reacción con este elemento (Bolaños et al, 2004).

 

Factores que afectan la disponibilidad de boro en los suelos

 

            El B es absorbido por las raíces, a partir de la solución del suelo, principalmente como ácido bórico no disociado como resultado de un proceso no metabólico pasivo (Hu y Brown, 1997).  El B adsorbido y desorbido por los suelos varia extensivamente de acuerdo con el contenido de sus constituyentes (en su mayoría minerales de arcilla, óxidos y materia orgánica) y con la afinidad que éstos presenten por el elemento estando su disponibilidad afectada por diversos factores tales como pH, textura, humedad y temperatura (Gupta, 2002).  A medida que se incrementa el pH de la solución del suelo, usualmente en un rango de 3 a 9, disminuye la disponibilidad de B para las plantas debido a que las dos especies acuosas involucradas, ácido bórico [B(OH)3] y borato [B(OH)4-], no sólo tienen diferentes afinidades para ser adsorbidas por el suelo, sino también a que sus proporciones en el equilibrio de la solución varían con el pH (Golberg, 1997).  Recientemente, se ha propuesto un método de centrifugación para medida rutinaria de la acidez extractable en suelos usando BaCl2-trietanolamina (Seifferlein et al, 2005).  El B adsorbido por los suelos depende de su textura, incrementándose positivamente con el contenido de arcilla (Elrashidi y O’Connor, 1982).  Así, el elemento frecuentemente estará menos disponible en los suelos de textura gruesa en comparación con aquellos de textura fina lo que causa su deficiencia en plantas que crecen en suelos arenosos.  Con respecto a la influencia de la temperatura de los suelos en su disponibilidad de B, generalmente hay un decrecimiento con la sequía de los mismos, haciendo más probable la deficiencia del elemento para las plantas.  Esto puede ser porque las plantas encuentran reducidas cantidades de B disponible cuando la humedad es extraída desde mayores profundidades a la vez  que decrece su difusión al disminuir el contenido de agua, reduciéndose así su movilidad durante las condiciones de sequía, lo cual a la vez está asociado con un efecto interactivo entre la temperatura y la humedad produciendo incrementos en la retención del elemento en los suelos expuestos a mayores temperaturas.  En un estudio reciente con plantaciones de papa, se encontró que las diferentes condiciones de temperatura de los suelos alteraron sustancialmente las concentraciones de B, produciéndose la mayor fitoacumulación del elemento a una temperatura de 27°C (Baghour et al, 2002).

 

Superficies adsorbentes (fijadoras) de boro en los suelos

 

            El B adsorbido por la superficie de los suelos se percibe como no tóxico para las plantas y entre los adsorbentes que lo componen están: óxidos de hierro y aluminio, hidróxido de magnesio, carbonato de calcio, minerales de arcilla y materia orgánica.  Los óxidos de aluminio y hierro juegan un importante papel en el comportamiento de retención de B en los suelos, por lo que numerosos estudios han investigado la retención del elemento tanto en las formas amorfas como cristalinas de estos óxidos, observándose un incremento positivo con el pH hasta una retención máxima a pH 6 a 8 y 7 a 9 para los óxidos de aluminio y de hierro, respectivamente (Goldberg, 1997).  La retención de B sobre óxidos minerales ocurre rápidamente, siendo completa un día después de la reacción de, por intercambio de ligando entre grupos hidroxilos reactivos de la superficie y las especies B(OH)3 y B(OH)4- mediante un proceso exotérmico en función del pH que decrece al aumentar la temperatura de 5 a 40°C (Su y Suárez, 1995).  Más recientemente, se estudió el mecanismo de retención de estas mismas especies sobre óxido férrico hidratado encontrando que ambas son complejadas por reacciones de retención física (superficialmente) y de intercambio de ligando (internamente) mostrado por espectroscopía infrarrojo de transformada de Fourier con reflectancia total atenuada (Peak et al, 2003).  Asimismo, se ha observado el efecto de iones competitivos en la disminución de la retención de B sobre óxidos minerales en el siguiente orden cloruro < sulfato < arsenato < fosfato.  El hidróxido de magnesio puede remover apreciables cantidades de B a partir de las soluciones.  Así, los minerales de silicato constituidos principalmente por hidróxido de magnesio adsorben más B que aquellos que no lo contienen.  De allí, la apreciable capacidad de retención de B de la arena y de las fracciones de sedimentos de los suelos de zonas áridas debido a la presencia del hidróxido de magnesio en la estructura de sus minerales de silicato (Goldberg, 1997).

 

            Otra importante superficie adsorbente de B en los suelos la constituyen los minerales de arcilla, en el orden de retención del elemento por gramo:    caolinita < montmorillonita < illita, los cuales exhiben incrementos de retención positivos con el pH de la solución presentando un máximo a valores entre 8 y 10.  Este proceso de retención se considera ocurre en dos pasos, donde inicialmente el B es rápida y exotérmicamente adsorbido sobre las partículas externas de la arcilla mediante un mecanismo de intercambio de ligando con grupos hidroxilos con su subsecuente migración e incorporación dentro de los sitios tetrahedrales desplazando aluminio y silicio de la estructura a través de una lenta reacción endotérmica de fijación. En estos procesos la magnitud de la retención del elemento aumenta con el incremento de la fuerza iónica y con el contenido de agua de la solución, siendo afectada no sólo por la presencia de aniones competitivos tales como fosfato que la reducen sustancialmente, mientras que otras especies que incluyen cloruro, nitrato y sulfato tienen muy poco efecto sino también por el catión intercambiable incrementándose en arcillas de calcio en comparación con las de potasio o sodio debido a la formación del par iónico borato de calcio (Keren y Gast, 1981).  Sobre la base de un gramo de mineral se ha establecido que las arcillas adsorben significativamente menos B que la mayoría de los óxidos minerales (Goldberg, 1997).

 

            Una manera efectiva de incrementar la retención de B en los suelos es mediante la aplicación de carbonato de calcio (abono con cal) cuyo efecto es incrementar el pH de la solución, además de actuar como una importante cavidad adsorbente del elemento en suelos calcáreos a través de un probable mecanismo de intercambio con grupos carbonato.  En calcitas de referencia la retención de B se incrementó con el incremento del pH de la solución desde 6 a 9 con un valor máximo a pH 9,5 (Goldberg y Forster, 1991).

 

            Otro importante componente de los suelos que afecta su disponibilidad de B lo constituye la materia orgánica, existiendo una correlación altamente significativa (muy próxima a 1) entre el B natural, el B soluble en agua caliente, el B retenido y la retención máxima de B con respecto al contenido de carbono orgánico en dichos suelos (Elrashidi y O’Connor, 1982).  Sobre la base de un gramo se ha establecido que la materia orgánica del suelo adsorbe más B que sus constituyentes minerales, lo cual puede ser incrementado por la adición de abonos contentivos de carbono orgánico a estos tipos de suelo (Yermiyaho et al, 1995), existiendo a su vez un incremento positivo de la magnitud de la retención con la fuerza iónica y el pH de la solución (Yermiyahu et al, 1988) con un máximo alrededor de 9 (Gu y Lowe, 1990).  Este proceso de retención de B sobre la materia orgánica ocurre rápidamente, estableciéndose el equilibrio de reacción después de tres horas, a través de un probable mecanismo de intercambio de ligando (Yermiyahu et al, 1988) con la formación de complejos B-diol, monoquelados y biquelados a partir de los productos de ruptura de la materia orgánica del suelo, lo cual ha sido observado mediante espectroscopía de resonancia magnética nuclear, cuyos resultados corresponden con las siguientes estructuras (Coddington y Taylor, 1989):

 

Cuadro de texto:             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

            La materia orgánica es importante en la distribución de B entre las fases sólida y líquida en los suelos determinando su consumo por las plantas dependiendo del contenido total.  De esta manera, en un suelo con alto contenido en B total se logra una reducción de su forma soluble adicionando materia orgánica evitando así la toxicidad en la planta; mientras que en suelos arenosos, donde la lixiviación reduce los niveles de B total, la adición de materia orgánica puede reducir la lixiviación e incrementar la nutrición del elemento en la planta (Yermiyahu et al, 2001).

 

Modelos de adsorción (retención) y desorción (liberación) de boro

 

            A través de los años las reacciones de retención de B en los suelos han sido descritas usando diferentes modelos clasificados como empíricos y químicos.  Los modelos empíricos continúan siendo aplicados para proporcionar descripciones, mediante un ajuste de los datos experimentales que no necesitan una base teórica, usando la ecuación de isoterma de adsorción de Langmuir, la ecuación de isoterma de adsorción de Freundlich (Evans, 1987; Goldberg y Forster, 1991; Gu y Lowe, 1992; Lehto, 1995; Mondal et al, 1993) y el modelo de Keren (Keren y Sparks, 1994; Keren et al, 1994; Yermiyahu et al, 1988; Yermiyahu et al, 1995).  A diferencia de las ecuaciones de Langmuir y Freundlich, el modelo de Keren, que es una ecuación fenomenológica, tiene la ventaja de incluir la variable pH por lo que puede describir el comportamiento de la retención de B en condiciones cambiantes del pH de la solución (Goldberg, 1997).  Por otro lado, a través de los modelos químicos se tiene descripción de la retención de B basada en un enfoque de equilibrio por formación de complejos con grupos hidroxilo presentes en las superficies minerales, por lo que también se conocen como modelos de complejación superficial, sobre un amplio rango de condiciones experimentales que definen matemáticamente las especies de la superficie, las reacciones químicas, el balance de masa y carga, el coeficiente de actividad y la constante de equilibrio; siendo extensivamente aplicables, con capacidad predictiva, en condiciones cambiantes de la solución con respecto a la concentración de B, pH y fuerza iónica (Goldberg, 2004a).  Los tipos de modelos de complejación superficial química aplicados para describir la absorción del B en suelos incluyen el modelo de capacitancia constante (Goldberg, 2004a; Goldberg y Glaubig, 1988; Goldberg et al, 1993; 2003; 2004; 2005a; Toner y Sparks, 1995), el modelo de triple capa (Goldberg, 2004b; Singh y Mattigod, 1992; Toner y Sparks, 1995) y el modelo de cuadruple capa (Barrow,  1989; Bloesch et al, 1987).  En contraste a las reacciones de retención de B, hasta ahora es poca la investigación relacionada con las reacciones de liberación del elemento en los suelos, donde algunos estudios indican que las mismas son reversibles (Bloesch et al, 1987; Keren y Gast, 1981),  y otros que son histeréticas (Harder, 1961; Jasmund y Lindner, 1973), con esto último atribuido a la formación de enlaces dihidróxi- e hidróxicarboxis entre el B y la materia orgánica (Yermiyahu et al, 1988).  Los modelos de retención de B empíricos y químicos son también utilizados para describir las reacciones de liberación del elemento en los suelos para sistemas no histéricos en función del tiempo, correspondiendo a una ecuación de velocidad de primer orden (Sharma et al, 1989).

 

Análisis de boro en muestras de suelo

 

            Los análisis de suelos se realizan con la finalidad de determinar su calidad fértil a manera de tomar las previsiones necesarias de acuerdo a los resultados obtenidos para un determinado campo de cultivo que se pretenda utilizar para la producción agrícola sustentable (Haby y Leonard, 2005);  Así, tal investigación previa incluye determinar la cantidad de B disponible para las plantas mediante diferentes métodos (Carter et al, 2003; Tsadilas y Kazan, 2005), para conocer si presenta deficiencia o exceso del elemento, donde el muestreo es esencial para asegurar la obtención de una muestra que sea representativa del campo en estudio y para asegurar la precisión y confiabilidad de los resultados obtenidos (Bamley  y Janik, 2005).  Para realizar la medida del elemento usando un sistema de detección, es necesario tratar previamente la muestra mediante un procedimiento de extracción o de descomposición dependiendo del tipo de material a analizar (Sah y Brown, 1997a).

 

Preparación de las muestras

 

            La preparación de la muestra constituye un paso crítico durante cualquier proceso de análisis y en el caso de las determinaciones de B deben ser considerados diversos factores que van a depender principalmente del tipo de muestra de suelo a ser analizada y de la instrumentación utilizada finalmente para realizar la medida.   El B presente en los suelos comúnmente se divide en tres categorías que son B total, B soluble en ácido y B soluble en agua, siendo este último el indicador más confiable del contenido de B disponible para las plantas.  Una clasificación más fraccionada corresponde a cinco tipos: 1) B fácilmente soluble, 2) B específicamente adsorbido, 3) B enlazado a óxidos, 4) B enlazado orgánicamente y 5) B ocluido o residual (Badr-Uz-Zaman et al, 1999; Hou et al, 1994).  El procedimiento más extensivamente utilizado para determinar el contenido de B disponible para las plantas en suelos es el método de extracción en agua caliente, desarrollado específicamente para este elemento en 1940 y desde entonces hasta nuestros días ha sido objeto de numerosas modificaciones en procedimientos cuya base sigue siendo el calentamiento con agua hirviendo durante 5 min (Keren, 1996). Algunos problemas asociados a este método son su poca adaptabilidad a los análisis de rutina debido a que son procedimientos laboriosos con un alto consumo de tiempo (Deabreu et al, 1994) que requieren precauciones especiales para evitar contaminación. Otras dificultades son que la cantidad de B extraída está afectada por el tiempo de reflujo (McGeehan et al, 1989), el tiempo de extracción y la temperatura (Spouncer et al, 1992) ya que el B puede ser readsorbido durante el período de enfriamiento, lo cual tiene un efecto más pronunciado en los casos donde es necesario el uso de carbón activado, que, además de adsorber las impurezas coloreadas del extracto caliente proveniente de algunos tipos de suelos (Gupta, 1967), puede adsorber parte del B disminuyendo su concentración en el extracto (McGeehan et al, 1989).

 

            A través de los años han surgido diferentes alternativas del método de extracción en caliente como propuestas convenientes para determinar la disponibilidad de B en las plantas las cuales incluyen: extracción con agua o con 2 mmol L-1 de DTPA a temperatura ambiente (Handreck, 1990), extracción con agua o con una solución de BaCl2 y calentamiento con microondas (Deabreu et al, 1994), extracción con sorbitol (Vaughan y Howe, 1994) extracción con 1 equiv-g L-1 de NH4OAc (pH=7) (Sakal et al, 1993), extracción con CaCl2 (Ferreira et al, 2001), extracción con agua caliente presurizada (Webb et al, 2002) y con DTPA-sorbitol (Carter et al, 2003; Shiffler et al, 2005a; 2005b).  Una variedad de métodos de extracción han sido reportados para determinar los niveles adecuados de B en los suelos para el desarrollo y producción de diferentes tipos de cultivos (Chang et al, 1983; Golberg et al, 2003; 2005b; Hue et al, 1988; Rashid et al, 1994; Sakal et al, 1993).  En un estudio reciente de evaluaron de los diferentes extractantes utilizados para predecir la cantidad de B disponible en los suelos para las plantas resultando el siguiente orden: 0,01 mol L-1 de CaCl2 caliente > agua caliente > 1,0 mol L-1 de NH4OAc (pH=4,8) > sorbitol + NH4OAc + TEA = manitol + NH4OAc + TEA > manitol + CaCl2 > ácido salicílico + NH4OAc + TEA, indicando que los dos primeros extractantes son los más apropiados para este propósito (Chaudhary y Shukla, 2004).

 

            En los casos donde la muestra de suelo a analizar requiera una completa descomposición es necesario su tratamiento por fusión alcalina (Smith et al, 1991) o por digestión húmeda usando HF o una mezcla de éste con otros ácidos (Alaimo y Censi, 1992; Ricci et al, 1994; Vanhaecke et al, 1991).  En la descomposición por fusión se ha reportado el uso de compuestos tales como NaOH, KOH, Cs2CO3 (Hofstetter et al, 1991; Mushashi et al, 1990; Smith et al, 1991) y CaCO3, siendo este último el más extensivamente utilizado a pesar de que se han notado ciertas ventajas del Cs2CO3 sobre CaCO3 para ciertas determinaciones específicas por espectrometría de masa (Beary y Xiao, 1990).  Más recientemente, se  ha utilizad Na2CO3 combinado con ZnO como mezcla para descomposición de la muestra (Lihareva et al, 2000).  Otra alternativa de descomposición de la muestra vía húmeda es calentándola con una mezcla de HF, HNO3 y HClO4 prácticamente hasta sequedad (Hu, 1991) con los inconvenientes de la pérdida de analito por volatilidad, característica de la formación de la especie BF3 (Ishikawa y Nakamura, 1990), además de que hay cambios del fraccionamiento isotópico (Nakamura et al, 1992).  Algunas propuestas sugeridas para ayudar a solventar estas dificultades son, además del control de la temperatura de evaporación, adicionar manitol para formar el complejo B-manitol, evitando la formación de la especie volátil BF3, durante la digestión con HF (Chen et al, 1991; Karunasagar et al, 2000; Nakamura et al, 1992) y usar H3PO4 en la mezcla de digestión HNO3/HClO4/HF (Evans y Meisel, 1994).

 

            Otras dificultades a considerar durante la preparación de la muestra, previo a la medida con un sistema de detección, son los problemas de interferencia de matriz comunes en los análisis de B.  Los métodos de reducción de estas interferencias tales como simulación de matriz, adición estándar y dilución de isótopos son frecuentemente adecuados para sobrellevar dichos efectos.  Sin embargo, la presencia de sustancias tales como sales en altas concentraciones en extractos de suelos, digeridos por fusión alcalina, además de ciertas sustancias orgánicas y especies que interfieren directamente con la señal del B, hacen algunas matrices de muestra muy difíciles de analizar.  Bajo estas condiciones, el B necesita ser separado de la matriz de la muestra.  Si la concentración del interferente en la muestra original es muy baja para ser medida exactamente, entonces la separación es combinada con la preconcentración del mismo en la nueva matriz.  En la literatura se han reportado diferentes métodos de separación y preconcentración de B que incluyen extracción con solvente (García et al, 1985; Coedo et al, 1996; Novozamsky et al, 1990; Panov et al, 1989), separación por intercambio iónico (Aggrawal y Palmer, 1995; Bebek et al, 1996; Chapman et al, 1996; Coedo et al, 1993; Evan y Meisel, 1994; Gregoire, 1987; Hemming y Hanson, 1994; Jin et al, 1996; Motomizu et al, 1990; Nakamura et al, 1992; Ricci et al, 1994; Smith et al, 1991; Wang et al, 1996), quelación (Gregoire, 1987; Oxspring, et al, 1995) y separación gaseosa como metilborato (Carrero et al, 2005; Johnson et al, 1992; Molinero et al, 1993; Musashi et al, 1990; Novozamsky et al, 1988; Sanz et al, 1990).

 

Técnicas de análisis para la determinación de boro

 

            Existe una gran variedad de técnicas analíticas usadas para la determinación de B, las cuales han evolucionado a la par de los avances en la tecnología instrumental analítica a lo largo de la historia de la investigación de este elemento, siendo muy pocas las que han tenido aplicación en el análisis de suelos (Sah y Brown, 1997b).  La mayoría de estos métodos de análisis involucran la determinación espectrofotométrica, la cual enfoca el uso de reacciones específicas del elemento con compuestos capaces de formar un complejo coloreado, basada en la extracción de asociaciones iónicas formadas por complejos aniónicos con colorantes  cationicos y en la formación de  quelatos de ésteres de ácido bórico con moléculas colorantes. Un número de  métodos bien conocidos usan reactivos específicos para el desarrollo del color, el cual es medido a una longitud de onda característica, entre los cuales se pueden mencionar: curcumina, carmina, azul de metileno, azometina-H y otros tales como quinalizarina, arsenazo y violeta cristal, siendo el método que utiliza azometina-H como reactivo cromogénico el método espectrofotométrico de determinación de B más comúnmente usado en los análisis de suelo (Campana et al, 1992; Chaudhary y Shukla, 2004; Chen et al, 1989; Ferreira et al, 2001; Kaplan et al, 1990; McGeehan et al, 1989; Yermiyahu et al, 2001; Zaijun et al, 1999; Zarcinas, 1995); debido a su rapidez, simplicidad, sensibilidad y a que no requiere de ácidos concentrados lo cual lo hace apropiado para la automatización mediante el uso de sistemas que utilizan diferentes diseños bien sea por inyección en flujo (Carrero et al, 1993; Chen et al, 1989; Gómez et al, 2005) o por flujo continuo (Carrero et al, 2005), siendo este último desarrollo metodológico aplicado muy recientemente a la determinación del estatus de B en suelos de plantaciones de café en dos localidades cafetaleras de Venezuela (Malavé et al, 2005).

 

            Los métodos espectrofotométricos en general sufren interferencias de diversas especies que incluyen Al, Cu, Fe, Zn y Mo (Arruda y Zagatto, 1990).  El pH de la muestra, especialmente en el rango de 6,4 a 7,0; afecta el color del complejo B-azometina-H (Carrero et al, 1993).  El color de la muestra en los extractos de suelos y altos niveles de Fe pueden causar severas interferencias y una amplia variabilidad en los valores espectrofotométricos de B en los métodos de la azometina-H y ácido carminico (McGeehan et al, 1989; Evans y Krahenbuhl, 1994).  Estas interferencias y la carencia de sensibilidad limitan la aplicación de los métodos espectrofotométricos para el análisis de muestras con bajas concentraciones de B y matrices complejas lo cual puede mejorarse mediante el uso de agentes enmascarantes, donde comúnmente es utilizado el EDTA (Arruda y Zagatto, 1990; Carrero et al, 1993; Chen et al, 1989), y eliminarse prácticamente en su totalidad al separar el analito de la matriz como metilborato gaseoso (Carrero et al, 2005).  A través de los años, los métodos espectrofotométricos han mantenido una gran aceptación para la determinación de B debido principalmente al gran número de reactivos existentes para tal objeto, además de que los equipos utilizados son menos costosos y fáciles de mantener que los empleados en otras técnicas de análisis tal como las que utilizan plasma.

 

            La introducción del plasma como fuente de ionización y el resultante desarrollo de la espectrometría de emisión atómica (AES), también llamada espectrometría de emisión óptica (OES), con plasma acoplado inductivamente (ICP) resultaron en una significativa mejora en las tecnologías de determinación de B ya que proporcionaron sensibilidades más altas y capacidades de detección más bajas en relación con los métodos espectrofotométricos con mejores cualidades analíticas para el análisis de suelos (Goto et al, 1992; Jeffrey y McCallum, 1988; Manzoori, 1980; Pillay et al, 2002; 2005; Pollmann et al, 1993; Pritchard y Lee, 1984; Spiers et al, 1990; Spouncer et al, 1992; Sun et al, 1998).  El desarrollo de la ICP-AES revolucionó el campo del análisis de los tan llamados elementos problemas, entre los que se encuentra el B, en virtud de sus bajos límites de detección, gran rango lineal y capacidad de detección multielemental.  No obstante, esta metodología no escapa a las interferencias.  Si la longitud de onda de los elementos de interés está próxima a la longitud de onda de otro elemento (en la muestra) dentro de la apertura de rendija, entonces la rutina de lectura del pico se hace menos confiable y aún más errónea.  Tal es el caso de las interferencias del Fe con las dos líneas más sensitivas del B a 249,773 (B1) y 249,678 (B2) (Pritchard y Lee, 1984).  Si la muestra tiene altas concentraciones de Fe, como es frecuente en los extractos de suelos, entonces las líneas de B 249,773 y 249,678 no pueden ser usadas debido al solapamiento del hierro a 249,782 sobre la del B a 249,773 nm y el hierro a 249,653 sobre la del B a 249,678 nm (Kucharkowski et al, 1996; Xu y Rao, 1986). Adicionalmente, en estas determinaciones son frecuentes las interferencias de ciertas especies presentes en los productos usados como fertilizantes tales como K, Fe y P (Matilainen y Tummavuori, 1995)  siendo también afectadas por Si (Din, 1984), Ni, Cr, Al, V, Mn, Ti, Mo y altas concentraciones de sodio (Kavipurapu et al, 1993; Pougnet y Orren, 1986).  Algunas sugerencias propuestas para suprimir el efecto de las interferencias en los análisis por ICP-AES son: separar el analito de la muestra por conversión a metilborato gaseoso (Johnson et al, 1992), realizar fusiones sucesivas de la muestra con NaOH y KH2PO4 para obtener una solución libre de hierro (Din, 1984) y descomponer la muestra con una mezcla de óxido de cinc – carbonato de sodio para una efectiva separación del B de la mayoría de los componentes de la matriz (Lihareva et al, 2000).  A pesar de que los métodos ICP-AES tienen mejores cualidades analíticas que los métodos espectrofotométricos, los mismos no tienen gran aplicación en análisis de rutina debido a sus mayores costos como herramienta analítica.

 

CONCLUSIONES

 

            El desarrollo y crecimiento óptimo de las plantas se logra siempre y cuando las condiciones del suelo sean adecuadas para proporcionar todos los elementos esenciales necesarios incluyendo al B, cuyos niveles como micronutrimento son difíciles de manejar debido no sólo al rango tan estrecho entre sus valores de deficiencia y toxicidad en la solución del suelo, sino también al hecho que un determinado nivel de concentración puede resultar adecuado, deficiente o tóxico para una planta dependiendo de su especie.  Por lo tanto es necesario determinar el estatus de B en los suelos considerando los diversos factores involucrados en su retención y liberación por parte de los minerales que lo componen mediante correlaciones y calibraciones en diferentes suelos utilizando diversos cultivos, a manera de recabar la mayor cantidad de información basada en determinaciones experimentales que permitan predecir si las cantidades de B presentes en la solución del suelo disponible para las plantas serán beneficiosas o dañinas para así tomar las previsiones necesarias antes de proceder a las plantaciones.

 

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